En nuestra labor pedagógica, encontramos educandos de diversas procedencias, sobre todo en las escuelas públicas como la mía que por estar ubicada en el centro de Huacho, atiende a niños provenientes de las zonas periféricas en las que se distinguen grandes focos migratorios.
Se evidencian algunas actitudes de rechazo al "no costeño" a través de burlas y apodos que entre juegos llegan a lastimar al foráneo. ¿Hemos de considerarlo una característica natural de esta sociedad? Como docentes sabemos que estamos ante una expresión de la "discriminación racial o étnica" y por tanto hemos de apuntar nuestro armamentum estratégico a la integración y aceptación de estos educandos en el aula. Que a su vez repercutirá en todo su entorno familiar y social.
En la etapa de la infancia y pubertad, es necesario continuar con la importante labor formativa de valores, a través de actividades cotidianas, en el aula, en el hogar, en la comunidad. En estrecho vínculo, buscando sobre todo coherencia entre "lo que se predica y lo que se hace". De allí, el compromiso de padres de familia, docentes y autoridades que nos constituímos en ejemplos vivientes de la formación de valores.